Para conocer mejor la historia de la Quinua en Guatarilla, nos acercamos a don José, un líder agricultor que le ha entregado vida, cuerpo y alma, a la siembra del alimento que lejos de su tierra llaman para su sorpresa y regocijo: el grano de oro.
Sin embargo, para él y otras familias, el famoso grano de oro ha sido siempre la planta de color morado y grano fino, la planta que sembraban las abuelas, símbolo de tradición de sus ancestros y ahora por las noticias que llegan de los amantes de la comida saludable, el alimento del futuro. Futuro para quienes la consumen y futuro para quienes la cultivan. El proyecto QuinuaGuay los ha llenado de esperanzas.
José Miguel Cerón Benavides es un señor bien puesto, seguro, aguerrido. Y no es para menos. Lleva muchos años de su vida dedicado a la agricultura, a sembrar quinua, maíz y trigo, y es uno de los líderes en el sector, en el municipio de Guaitarilla, Nariño.
Antiguamente se dedicaba únicamente a sembrar trigo; vendía alrededor de unas 2.500 toneladas, pero este negocio fue cambiando a causa de la caída del precio.
A raíz esta situación, José vio en la quinua una esperanza para cumplir su sueños, para sobrevivir, aunque, confiesa, es un negocio que también atraviesa por un presente complicado: “En este momento, no tenemos centro de acopio y una máquina para poderla pilar o procesar, y luego sacar el mercado para venderlo internacionalmente, para sacarlo del país, porque yo creo que en Europa o en Estados Unidos se vende mejor”.
Cuenta que no pueden almacenar el producto y deben vendérselo al intermediario a un pecio muy bajo. Al principio, cuando empezaron a cultivar, el precio estaba en un promedio de cinco mil hasta siete mil pesos el kilo. En 2014, se alcanzó a vender a tres mil pesos. El año pasado fue una temporada de verano y, a falta de un sistema de riego, el grano no resistió y la producción fue poca.
No obstante, José sigue con la idea de sacar este mercado adelante. Confía en que, en un futuro próximo, la situación mejorará, gracias a la labor de un grupo de agricultores que se está organizando y al apoyo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios –Uniminuto– y la fundación SOLREÍR, Solidaridad, Amor y Servicio, del grupo Carlos Alberto Solarte Solarte.
“La siembra de quinua es para conseguir recursos para nuestro diario vivir porque, como somos personas del campo y no nos hemos preparado, no nos queda sino seguir trabajando la tierra y cultivar lo que se nos presente como alternativa. Y, en este momento, la alternativa es sembrar quinua porque nos han ofrecido buenas oportunidades de compra”, dice.
Para ello, los agricultores se organizaron en una asociación y José, como representante legal, invitó a sus 50 asociados, a una reunión convocada por la Corporación Universitaria Minuto de Dios –Uniminuto– y la fundación SOLREÍR, Solidaridad, Amor y Servicio, para participar en un proyecto que saque adelante un centro de acopio, vital para el negocio, y consiga una máquina para procesar. “Esto tiene un proceso y hay que darle tiempo, pero yo creo que va en buen camino y eso es lo que estamos esperando”, dice al agricultor.
“Yo creo que esa dificultad la vamos a poder vencer y vamos a quedar todos satisfechos, y eso es lo que nosotros estamos en este momento esperando, que en nuestro municipio haya un centro de acopio y una máquina para poder trabajar porque, donde eso se diera en nuestro municipio, estaríamos muy bien plantados frente a esta situación. Yo creo que todos, la mayoría de la gente, nos dedicaríamos a la siembra de quinua”, añade.
encuestas, preparando la tierra. José sembrará junto con Efraín Cerón, Felix Cerón, Nicolás Cerón, Alejandro Benavides, entre otros agricultores. En la segunda fase del proyecto, posiblemente en el mes de octubre de este mismo año, se incluyan las otras 30 familias restantes. “Porque el ideal es sembrar todos los asociados, somos 50 y todos vamos a sembrar y tenemos que colaborarles y ayudarles para que todo esto se dé”, afirma el líder.
Todos sueñan con que se presenten nuevas oportunidades, el precio mejore, se dispare el comercio. “Porque si nosotros tenemos comercio y estuviéramos seguros de que vamos a poder venderla o exportar –dice José–, entonces eso sería nuestro sustento para el futuro, para las nuevas generaciones”.